Por: Eduardo Ciotola Mosnich.
(M&T)-. Infinidad de veces, sentimos que una situación o un problema es irresoluble o que, simplemente, no tenemos el talento, el conocimiento, la determinación precisa o incluso la capacidad necesarios para encontrarle una solución.
Muchos estrategas, no saben qué hacer cuando su relación con el entorno, el mercado o simplemente con cualquier otro ser humano no es como les gustaría que fuera.
Otros quisieran que sus empresas se puedan atrever a algo más en la vida empresarial, hacer algo nuevo, lanzar un nuevo producto, una nueva manera de atraer nuevos clientes o una nueva manera de enfrentar a la competencia, pero al final algo se les interpone en el camino y terminan desistiendo.
En el ámbito personal, hay empresarios que aspiran a sentirse un poco más valiosos y respetados, y buscan lo mismo para sus empresas pero que, finalmente, tras una serie de intentos fallidos acaban resignándose a su situación.
No obstante, hoy en día también hay muchas personas que han hecho lo posible para sacar adelante sus empresas, trabajos y vidas y que, derrota tras derrota, se sienten sin fuerzas para seguir adelante.
Ante ciertos retos y situaciones coyunturales, como los que innegablemente vive toda la humanidad y, en especial, los países de nuestro hemisferio, se nos nubla la mente, nos cuesta pensar con claridad mientras notamos que nos invade el miedo, la angustia, la desesperanza y la angustia. Esta última se origina muy frecuentemente en la mente del empresario y le es suficiente sólo con imaginarnos un futuro lleno de problemas que no podremos resolver. En otras palabras, la ansiedad empresarial es un estado de inquietud en el cual sufrimos en el presente por algo que ni siquiera sabemos con certeza que se va a manifestar en el futuro, y es una situación muy frecuente en el mundo de los negocios.
Por eso, si queremos aumentar nuestra capacidad para resolver problemas y deseamos potenciar nuestra competencia a la hora de descubrir oportunidades, necesitamos aprender cómo transcender los límites que nuestra actitud mental nos impone. Todo ello hace que, para el emprendedor, le sea necesario conocer las profundidades de su mundo interior para comprender mejor de dónde surgen nuestras verdaderas limitaciones.
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Cuando entendamos por qué actuamos como lo hacemos, podremos empezar a equilibrarnos, recuperar la creatividad, el discernimiento y la capacidad de observar y diseñar nuevas estrategias que nos permitan alcanzar lo que hasta ahora nos parecía inalcanzable. Así entonces, reinventamos un nuevo espacio de posibilidades donde afloran la esperanza, la autoconfianza, el pensamiento crítico, la creatividad, la sabiduría y la energía que transforman por completo nuestra experiencia, al traer una mayor serenidad, ilusión y confianza a nuestras vidas.
Toda empresa es la extensión de sus líderes y naturalmente, líderes que se reinventan como respuesta sana frente al equilibrio emocional y a las coyunturas desafiantes, generan instituciones proactivas, renovadas y sobre todo resilientes y con buena capacidad de respuesta.
¿Cómo lograrlo?
En primer lugar, sea curioso y observe el contexto. Esté actualizado frente al mismo, enterándose de lo que ocurre a su alrededor, pero con objetividad, contrastando situaciones y escenarios comparativamente entre sí.
En segundo lugar, converse con su personal, asesores, consultores, colegas y sobre todo clientes para escuchar de ellos los diversos enfoques que tienen y la manera como están enfrentando la situación.
En tercer lugar, pregunte mucho. Y, sobre todo, pregunte: ¿Qué necesidades tienes ahora? ¿Cómo podemos resolverlas? Y respecto de sus productos (sean bienes o servicios) pregúntese cómo pueden atender a los nuevos retos del mercado actual y qué necesita para eso.
En cuarto lugar, coteje sus propuestas conversando en comités creativos a sus colaboradores con el afán de descubrir nuevos puntos de vista y detalles que se le pueden haber escapado.
Por último, asuma que son tiempos de aprender a desaprender para aprender nuevamente. En estos tiempos, reinventarse significa reconocer que no se puede obtener nuevos resultados con las viejas prácticas.
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