Por: Eric Scharf. Presidente de la Junta Directiva de CINDE
De cara al inicio de las sesiones ordinarias en la Asamblea Legislativa, en las que los diputados definen su agenda para los próximos meses, vale la pena centrar la mirada en el avance del proyecto de Ley para Regular el Teletrabajo, dictaminado afirmativamente en la Comisión de Asuntos Económicos a inicios del mes de abril de este año.
En un momento en el que el desempleo es la principal preocupación de los costarricenses, confiamos en que el proyecto de Ley para Regular el Teletrabajo continúe su avance de manera efectiva en la Asamblea Legislativa y los diputados de la República den este paso al frente en beneficio de las generaciones presentes y futuras.
El teletrabajo surgió como respuesta a la dificultad de movilizarse en las grandes ciudades debido al tráfico. Fue impulsado por la revolución digital y la gran diversidad de opciones que ahora nos ofrece Internet.
Hasta hace algunos años pensábamos en el “trabajo” como un lugar físico en que desarrollamos una serie de actividades para las que estamos preparados y por las que somos remunerados. Más recientemente, hemos evolucionado a un estado, una actividad o una acción que podemos realizar, en muchos casos, desde el hogar y, de igual forma, recibir una remuneración.
Un caso de éxito en la aplicación de sistemas virtualizados y la generación de empleo remoto es la empresa Amazon, la cual en el 2018 y con la ayuda de la CINDE, generó empleo a 600 personas bilingües que residen fuera de la GAM, bajo la modalidad de empleo 100% virtual y desde el hogar.
En esa línea podemos decir que las ventajas del teletrabajo son más que conocidas; gana el empleador y ganan los colaboradores. En un mundo en el que buscamos disminuir costos y aumentar beneficios, este puede ser un aliado importante para centenares de empleadores en el país, mientras que para los colaboradores habría una disminución de costos en el desplazamiento, un mejor acomodo de los tiempos ya sea para fines personales, familiares o de estudio, además de una mayor disponibilidad para negociación de horarios.
Uno de los participantes clave de este proceso ha sido el Centro Internacional para el Desarrollo del Teletrabajo. La organización estima que cada trabajador en teletrabajo dejaría de gastar ₡120 mil anuales en ropa y ₡151 mil anuales en alimentación. Las empresas, por su lado, podrían reducir gastos de hasta ₡270 mil anuales por cada persona que realice teletrabajo.
El centro también concluyó que implementar el teletrabajo para la mitad de los funcionarios con perfil para hacerlo, resultaría en una disminución de 24 mil vehículos por día en las carreteras del GAM -reduciendo también las incómodas presas-, lo que a su vez reduciría la cantidad de combustible en aproximadamente 48 millones de litros al año, que son a la vez más de 28 mil toneladas de dióxido de carbono. De lograrse, no solo sería un alivio al bolsillo de los costarricenses, si no que también sería un sólido apoyo a la estrategia de descarbonización.
Desde la mirada social también identificamos en el teletrabajo una forma de inclusión e integración laboral y profesional de los diversos grupos poblacionales, especialmente aquellos en condiciones de vulnerabilidad. Vemos con optimismo a un país que brinda oportunidades más allá del tradicional lugar de trabajo y estimula el desarrollo integral de los ciudadanos.
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